¿TU HIJO TIENE EL SÍNDROME DEL EMPERADOR O NIÑO TIRANO?

Edición por: Patricia Mérida. 


En tu casa, ¿quién manda?  ¿Tú o tus hijos?

SI te encuentras frecuentemente en la posición de complacerles y buscar su aprobación, ¡aguas!  Podrías estar criando a un pequeño emperador o niño tirano.

Los niños tiranos tienen las siguientes características:

1.  Son egoístas.
Los niños tiranos se han quedado en una etapa infantil de enfocarse solamente en sí mismos. Como todos en casa se la pasan atentos a ellos, llegan a pensar equivocadamente que son el centro del universo.

Todo se toma personal; todo se trata de ellos, y ellos merecen todo simplemente por existir. ¿No los llaman “rey”, “princesa”, “reina”?

Es difícil pensar en los demás cuando te han enseñado que tú eres el eje de la familia y que todos los planes, anhelos y esfuerzos giran alrededor de tu satisfacción personal.

2.  Son voluntariosos.
Ellos exigen que se les cumplan los caprichos de inmediato.  No son flexibles para modificar sus demandas ni manejan bien las esperas.  Cuando un niño tirano quiere algo, su expectativa es que se cumpla en el momento, y si no, arde Troya.

¿De dónde saca esta actitud tan irrealista? De su propia experiencia, que ha estado protegida de la realidad.

Si en casa tu hijo está acostumbrado a tu respuesta inmediata a todo lo que dice, es probable que pocas veces lo contraríen y que todos en casa tengan la costumbre de mantenerlo “feliz” dándole lo que demanda antes de que se enoje o llore.

3.  Son intolerantes.
Los niños tiranos no tienen la menor paciencia con los demás. Son incapaces de imaginar las situaciones ajenas ni de sentir empatía por nadie.

Muchas veces entran en altercados crueles con sus papás en donde los niños insultan y hostigan a sus mayores, los humillan en público con sus berrinches o los interrumpen constantemente demandando su atención absoluta.

No saben esperar su turno, no conocen la existencia de los turnos. Ellos siempre son los primeros, y no aguantan ningún cambio en su posición.  Simplemente no toleran que nadie más se acerque a ellos; defienden su primacía a toda costa.

4.  Son frustrados.
El primer problema con el niño tirano es que su posición no es sostenible en el mundo real. No puede controlar todo ni conseguir lo que quiere cuando lo quiere. Sí hay otras personas a su alrededor, y sí tendrá que hacer concesiones para convivir con ellos.


Entonces, si no rompe con su paradigma de emperador, se la pasará frustrado, porque no se pueden cumplir todos sus caprichos, ni puede ser siempre primero y va a tener que vivir con la realidad que otras personas necesitan y merecen atención también.

En casa si este pequeño tirano está acostumbrado a un ambiente rarificado en donde todos estén pendientes de su más mínimo deseo, está viviendo en una peligrosa fantasía.

En algún momento se romperá (o se seguirá rompiendo constantemente) el hechizo, exponiéndolo al reto tremendo de adaptarse y buscar su nuevo lugar entre todos, sin herramientas ni haberlo practicado nunca.

5. Son mal portados.
Si retas al niño tirano, te enfrentarás a su ira.
No tiene límites; entonces no sabe tratar a otros con respeto. No tiene la conciencia de lo que es aceptable y lo que no es apropiado.

Su conducta puede ser tranquila mientras consiga todo lo que quiere, pero la dimensión de su enojo puede ser enorme en el momento cuando se le niegue cualquier cosa.

Como son raros los momentos “perfectos” cuando todo marcha sobre ruedas y el niño esté “feliz”, por lo general los niños tiranos son personas enojadas e infelices.

¿Cuál es la causa de todo este escenario desagradable, en donde los hijos frustrados agredan a sus padres? ¿Y cómo romper el círculo vicioso para restaurar equilibrio a la familia y ayudar a los niños a buscar la felicidad verdadera?

1.  Los papás se sienten culpables.

¿Trabajas muchas horas fuera de casa y pocas veces pasas tiempo de calidad con tus hijos? ¿Eres papá o mamá soltera, sin pareja que dé un apoyo especial a tus hijos? ¿Te faltan recursos económicos para propiciar a tus hijos todas las ventajas que tú quisieras?
Pues UBÍCATE. Vive en el mundo real tú primero. Analiza tu situación y las decisiones que hayas tomado para sostener a tu familia, y luego acepta la realidad.

¿Mamá trabaja? ¡Qué bueno! Es un excelente ejemplo para tus hijos, y no tienes que pedir perdón ni comprar cosas extras para justificarte.

Si tú logras aceptar tu propia situación y sentirte orgulloso de lo que haces, podrás relacionarte con tus hijos de una manera más sana, teniendo altas expectativas sobre sus actitudes y su comportamiento y comprometiéndote a sacar jugo del tiempo de convivencia.

2.  Los papás tienen una idea equivocada sobre la felicidad.
No hay papá ni mamá que no desee la felicidad de sus hijos.  Sin embargo, si reduces este anhelo a un simple cumplimiento de la voluntad inmadura de ellos, te equivocas.

Los niños no saben ser felices si no los educas.  Ellos piensan que necesitan algo imposible: el cumplimiento de sus deseos inmediatos sin ningún esfuerzo de su parte.  Cuando no lo consiguen, es un amargo desconsuelo que probablemente será duradero, ya que lo que quieren es totalmente irrealista.

Entonces, enséñales el valor del trabajo para que conozcan la satisfacción de lograr algo por su propio esfuerzo.  Ensénales a convivir y a ayudar a los demás para que se den cuenta que ellos son únicos y valiosos y que tienen el poder de mejorar las cosas.

3.  Los papás no están seguros de su rol.
Según Alicia Banderas, autora española del libro “Pequeños tiranos”, el mejor acto de amor de un padre de familia es entrenar a sus hijos para enfrentar las frustraciones de la vida.

¿Cómo hacerlo? Poniendo límites en casa.

Los niños no deben tener el rol de autoridad en la familia, ya que son pequeños y necesitan el liderazgo de sus papás.

Tú eres el adulto. Por lo tanto debes:

  • Establecer reglas y rutinas claras, con consecuencias predecibles.
  • Imponer el respeto como la base inviolable de las relaciones en tu casa.
  • Enseñar a tus hijos la forma apropiada de verbalizar sus ideas y sentimientos, incluyendo su desacuerdo.


Los niños tiranos no son felices.  No abdiques tu puesto de padre o madre en casa.  Tus hijos necesitan ubicarte como figura de autoridad para que ellos aprendan a funcionar como niños felices, con retos y responsabilidades de su tamaño.

Fuente: 
http://hijos.about.com

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