COMPORTAMIENTOS CLÁSICOS DE UNA RELACIÓN DESTRUCTIVA
Edición: Patricia Mérida
Por lo regular, la víctima mantiene todo en secreto, no dice
lo que está pasando a sus amigos o familiares por vergüenza o para evitar
conflictos. El agresor, por supuesto, no ejerce la violencia todo el tiempo:
tiene cambios bruscos y entonces se arrepiente, pide perdón y da un trato
afectuoso. Generalmente “encantador” en esa etapa, hace pensar a la víctima que
todo puede cambiar. Pero no es verdad: así se arrepienta y pida perdón,
irremediablemente volverá a hacerlo. Se da así un círculo llamado fase de
tensión – maltrato – reconciliación. La víctima llega a confundir las
agresiones con el amor y cree realmente que su agresor es sincero cuando le
dice que la quiere; sin embargo, el ciclo vuelve a comenzar. A continuación se
enumeran los comportamientos clásicos de una relación destructiva:
El agresor se adjudica el derecho de controlar la vida y la
conducta de su pareja.
Para hacerlo feliz, la víctima renuncia a personas y
actividades que eran importantes en su vida.
El agresor desvaloriza las opiniones, sentimientos y logros
de su pareja.
Cuando la víctima hace algo que le disgusta al agresor, éste
vocifera, manotea, amenaza o castiga con un silencio colérico.
La víctima, a fin de no disgustarlo, se ve obligada a tentar
el terreno y ensayarlo que le diga. Vive en un miedo constante.
La víctima se confunde ante los bruscos cambios de su pareja
que, sin manera de preverlos, van del más dulce encanto a la cólera.
La víctima suele sentirse perpleja, desorientada o fuera de
lugar frente al otro.
El agresor es sumamente celoso y posesivo.
El agresor culpa a su pareja de todo lo que funciona mal en
la relación.
Si estos comportamientos te suenan conocidos, si te
identificas con ellos, es aconsejable que termines la relación cuanto antes, no
importa lo terrible que parezca esta decisión, y busques ayuda. Relaciones como
éstas no mejoran nunca, ni siquiera logran mantenerse en una etapa de agresión
verbal: la mayoría terminan en golpes.
La alternancia entre amabilidad y maltrato mantiene viva en
la víctima la esperanza de que todo cambiará. Muchas se proponen hacer que el
otro cambie; creen que pueden reeducarlo y piensan que es su responsabilidad
lograr que permanezca sin alterarse.
La vida
cotidiana de una relación destructiva se desarrolla como un juego macabro, un
intercambio de dominio y dependencia que se incrementa con el tiempo.
Fuente:
codependencia.wordpress.com
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